Plaza de Simón Bolívar (Bogotá). Foto José Daniel |
Estaba deseando utilizar esta frase, y creo
que el momento ha llegado:”a veces la realidad supera la ficción”.
Leo en el periódico Ideal de Granada, que
Miguel Santiago Reyes Palencia, tras 17 años de litigios ha perdido
definitivamente la demanda interpuesta contra el escritor Gabriel García
Márquez, al que le reclamaba la mitad de los derechos de autor de su novela
“crónica de una muerte anunciada”. Parece ser, que el tal Miguel Santiago fue
la persona real, que al repudiar a su joven esposa en su noche de bodas,
desencadenó la tragedia en la que se basa la novela, y la muerte de Cayetano
Gentile.
Qué bonito que los personajes se rebelen y
demanden a sus creadores. Augusto Pérez, ya le dio un sustito a don Miguel de
Unamuno, pero nada comparado con esto. En este caso tenemos a la justicia de
por medio, y el señor Márquez se ha jugado haberes y haciendas.
Qué no haría si pudiese Jean Valjean,
al que Victor Hugo le obligó a huir Francia arriba y Francia abajo, durante
cientos de páginas. O el pobre Iván Denisovich, recluido nueve años en un gulag soviético para complacer a Solzhenitsyn.
Pero por favor, volvamos a la historia, y no
perdamos ripio, de lo que el señor Miguel Santiago declara:
”No me arrepiento de haberla devuelto, pues
procedí como un hombre. No me iba a dejar engañar por una niña de manera tan
tonta”.
Se
refiere claro está, a la persona de Margarita Chica, nombre de su fugaz mujer,
carente en la noche de bodas, de la virginidad que Miguel Santiago esperaba y
deseaba.
Esta es la razón por la que he querido
escribir sobre esta historia, no por la parte poética y hasta divertida que
pudiese tener, sino por pena. La pena que me da saber que el machismo visceral
que percibí hace años en algunos lugares de Sudamérica, mantiene un rescoldo
encendido, tanto en las clases bajas que no han podido acceder a la educación,
como en las más favorecidas. Rescoldo que prende de vez en cuando, y genera
historias más propias de la novela romántica del XIX, que de la realidad del
siglo XXI.
Margarita Chica murió hace cuatro años, y
nuestro demandante, se presentó en su tumba y con una dignidad propia del que
ha sufrido la peor de las afrentas aseguró “Haberla perdonado”.
Perdonar es cristiano, pero la justicia no ha
tenido piedad y lo ha condenado a pagar las costas del proceso. Una lástima que
los 2.1 millones de pesos, que supone la pena, no correspondan a más de 850
euros…
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