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sábado, 24 de diciembre de 2011

Los niños de Natal

Natal (Brasil), Un buen sitio para nacer.

       El día de navidad de 1597 Jerônimo de Alburquerque, junto con un grupo de pernanbucanos, arribó a la desembocadura del río Potenguí. En ese idílico lugar fundó una ciudad, a la que como no podía ser de otra forma, llamó Natal.

       Hace unos años, pasé allí un mes de diciembre en casa de mi buen amigo Flavio. Fueron unas navidades extrañas, lejos de mi familia y bajo el calor del trópico, pero me enamoré de Brasil.  


Dunas de Genipabu. Foto: Manoel Cicero Figueiredo filho

       Todos tenemos momentos en los que nos gusta pensar cuando las cosas se tuercen. Uno de los míos, es el día que pasamos en las dunas de Genipabu: maravillosa comida, amistad de la buena y un paraíso natural que a mi no paraba de sorprenderme, mientras mis anfitriones me miraban con sorpresa. 

       Recorrí el Nordeste, y me emocionaron los niños. En las carreteras, sobre los grandes mangos, jugando, comiendo, sin parar de preguntarme cosas, siempre con una sonrisa. Mujeres jóvenes tostaban la farofa,(harina de mandioca con aceite de palma), con una prole que revoloteaba a su lado.

       Hoy, día de la Natividad, con ese recuerdo en la mente, entiendo menos que nunca que en algunos países, entre ellos el mío, un ser humano no tiene derecho a la vida, si no tiene 14 semanas.        

       En el siglo de la igualdad, una persona de 98 días carece del derecho más básico, el derecho a existir. Esto es así, porque como decía una buena amiga pediatra, no han mirado a ese pequeño ser a los ojos, y se lo han dicho cara a cara.


       Por eso, Sí a la vida y por supuesto Bon Natal


1 comentario:

  1. Cierto, Javier. Las caritas de los niños que has puesto son algo más que razones.
    Un abrazo

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