Tablilla cerámica con El código de Hammurabi. |
Pero en la actualidad, en esta moderna Babilonia en la que vivimos, hasta los valores más básicos como la libertad, se retuercen y se olvidan, bajo la sombra del nuevos tótenes: dinero y vida fácil.
"Prefiero quedarme en mi celda y regar mis plantas, no he trabajado un solo día en mi vida, y no pienso hacerlo ahora", aseguró Gucci ante un sorprendido tribunal.
Cualquier mente despierta, formularía rauda una pregunta: ¿Qué clase de trabajo esclavo y nauseabundo, le han ofrecido a esta alma cándida, para que renuncie a ir de aquí para allá libremente, y opte por la soledad sombría de su celda?.
También se me ocurre otra, no menos interesante: ¿qué clase de macetas tiene?, ¿se fuman?.
El curro en cuestión no es otro, que relaciones públicas en un lujoso restaurante, o un gimnasio de moda, terrible.
Cartel a la entrada del campo de Auschwitc: "El trabajo os hará libres" |
Aprovechando que el Pisuerga pasa por no sé donde, no me resisto a reproducir un fragmento del lamento de un famoso penado, que como debería querer siempre el ser humano, deseaba algo por encima de todo: La libertad.
¡Ay mísero de mí...!
[Soliloquio: Fragmento de La vida es sueño]
Pedro Calderón de la Barca
¡Ay mísero de mí, y ay, infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así qué delito cometí contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; pues el delito mayor del hombre es haber nacido. Sólo quisiera saber para apurar mis desvelos (dejando a una parte, cielos, el delito de nacer), qué más os pude ofender para castigarme más. ¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron, ¿qué privilegios tuvieron qué yo no gocé jamás? Nace el ave, y con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma o ramillete con alas, cuando las etéreas salas corta con velocidad, negándose a la piedad del nido que deja en calma; ¿y teniendo yo más alma, tengo menos libertad? Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas (gracias al docto pincel), cuando, atrevida y crüel la humana necesidad le enseña a tener crueldad, monstruo de su laberinto; ¿y yo, con mejor instinto, tengo menos libertad? Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas, y apenas, bajel de escamas, sobre las ondas se mira, cuando a todas partes gira, midiendo la inmensidad de tanta capacidad como le da el centro frío; ¿y yo, con más albedrío, tengo menos libertad? Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata, entre las flores se quiebra, cuando músico celebra de las flores la piedad que le dan la majestad del campo abierto a su huida; ¿y teniendo yo más vida tengo menos libertad? En llegando a esta pasión, un volcán, un Etna hecho, quisiera sacar del pecho pedazos del corazón. ¿Qué ley, justicia o razón, negar a los hombres sabe privilegio tan süave, excepción tan principal, que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave? |
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