Estaba yo ojeando uno de esos catálogos de subastas, que de vez en cuando llegan a mi casa, cuando me topé de repente con la estampa regia de Mariano Fernández Santiago, "Chorrohumo", o como dirían mis paisanos granainos, "chorrojumo rey de los gitanos".
Cuentan las crónicas, que el bueno de Mariano se ganaba la vida aporreando yunque en la fragua, más negro que el humo, mientras cantaba algún que otro martinete. Tuvo la fortuna, nunca mejor dicho, de cruzarse en la vida de otro Mariano, Fortuny, pintor costumbrista, ávido de modelos pintorescos.
Fortuny le compró los avíos necesarios para, como dicen ahora en las revistas del higadillo, "el posado". Sombrero negro de alcuza con motas, chaqueta corta azul con alamares de plata, camisa con chorreras, faja grana, pantalón negro ceñido, y varilla con contera en la mano. Todo digno de un rey gitano.
A partir de ese momento y vestido de esta guisa, nuestro héroe ejerció de cuentacuentos y otros menesteres. Paseaba por la Alhambra, dando más vueltas que el fantasma de Zorahaida, y arañando unas monedas a los turistas neorománticos, que al final del XIX llegaban a Granada ávidos de leyendas.
Parece ser, que al final de sus días le salió un competidor, con el que reñía bastón en mano, desde la puerta del vino a la de la justicia, hasta hacerlo rodar, cuesta Gomérez abajo.
Murió un 10 de diciembre de 1896, y hoy día de reyes, bien está un recuerdo para el más grande charlatán de la Alhambra, el único REY de los gitanos de Graná: Chorrojumo.
Cuentan las crónicas, que el bueno de Mariano se ganaba la vida aporreando yunque en la fragua, más negro que el humo, mientras cantaba algún que otro martinete. Tuvo la fortuna, nunca mejor dicho, de cruzarse en la vida de otro Mariano, Fortuny, pintor costumbrista, ávido de modelos pintorescos.
Fortuny le compró los avíos necesarios para, como dicen ahora en las revistas del higadillo, "el posado". Sombrero negro de alcuza con motas, chaqueta corta azul con alamares de plata, camisa con chorreras, faja grana, pantalón negro ceñido, y varilla con contera en la mano. Todo digno de un rey gitano.
A partir de ese momento y vestido de esta guisa, nuestro héroe ejerció de cuentacuentos y otros menesteres. Paseaba por la Alhambra, dando más vueltas que el fantasma de Zorahaida, y arañando unas monedas a los turistas neorománticos, que al final del XIX llegaban a Granada ávidos de leyendas.
Parece ser, que al final de sus días le salió un competidor, con el que reñía bastón en mano, desde la puerta del vino a la de la justicia, hasta hacerlo rodar, cuesta Gomérez abajo.
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| "Chorrohumo" rey de los gitanos, su monumento guarda hoy la entrada al Sacromonte. |
Murió un 10 de diciembre de 1896, y hoy día de reyes, bien está un recuerdo para el más grande charlatán de la Alhambra, el único REY de los gitanos de Graná: Chorrojumo.
Una historia bonita, Javier.
ResponderEliminarNo sabía yo que ese sombrero se llamaba de "alcuza"
Por cierto, las pasadas Navidades nos acercamos a Granada en una visita que ya es tradición familiar, a pasear por sus placitas y visitar librerías de viejo. Había una ambiente en la plaza de la Chancillería que debía ser como el del paraninfo de la Gloria. Y nos tomamos un café con churros en una cafetería de la plaza de la Birrambla de los que me voy a acordar toda la vida.
Un abrazo
Es curioso y bonito, el rico léxico que se utilizaba en el XIX para describir los ropajes, frente a la aburrida monotonía actual.
ResponderEliminarExisten varias descripciones de las vestimentas de nuestro buen amigo "chorrohumo", la que recojo en el blog es de Enrique Baltanás, con alguna pequeña modificación mía.
El sombrero de "alcuza" es una variante del de "catite" o calañés, pero con una terminación en pico que lo hacía semejante a las famosas aceiteras, y más al gusto gitano.
Ya he visto en tu blog que prodigas las visitas a Granada, y además como no podía ser de otra manera comes en buenos sitios. La alhacena de las monjas esta al lado de mi casa en el precioso barrio del Realejo. No tenemos escusa para no encontrarnos allí algún día de estos y charlar de lo humano y lo divino.
Un fuerte abrazo, Javier