Todos las despedidas son tristes, pero las peores son las que te arrebatan el derecho a decir lo que llevas dentro, lo que por olvido o disidía nunca comentaste. Por eso, para que mi garganta deje de estar rebosante de palabras, quiero volver a escribir una carta que envié hace tiempo, ya que no me es posible reescribir la vida.
Querida amiga:
El destino me obliga a escribirte de nuevo, muy a mi pesar. Ya te advertí hace tiempo, que transitamos por caminos peligrosos donde es fácil caerse y hacerse daño. Desgraciadamente, jamás imaginé que tú no llegarías a ver el final del sendero. Solo deseo que la
naturaleza, o Dios, o quién tú quieras, te haya permitido observar mientras estabas al borde del
desfiladero lo mucho que te queremos.
No estás sola. Ahora más que nunca permanecerás con nosotros, y serás libre para mirarnos con tus preciosos ojos desde el paseo de las flores, la biblioteca, o tu querida playa, cómo hacías cuando tenías otra edad. Podrás ver que te echamos de menos, y te prometo que no te alejarás de nosotros mientras nos quede memoria suficiente para permanecer junto a ti.
No estás sola. Ahora más que nunca permanecerás con nosotros, y serás libre para mirarnos con tus preciosos ojos desde el paseo de las flores, la biblioteca, o tu querida playa, cómo hacías cuando tenías otra edad. Podrás ver que te echamos de menos, y te prometo que no te alejarás de nosotros mientras nos quede memoria suficiente para permanecer junto a ti.
Me gustaría contarte muchas cosas, querida amiga, pero ahora que lo pienso, entre nosotros ya no hacen falta las palabras sino solo sentimientos. Además, no deseo entretenerte demasiado, ya que debes estar muy ocupada conociendo por fin a todos los poetas libertarios que tanto te gustaban.
Te envío
un beso muy grande ..., allí donde estés.
No tengo pablar lo k le as dedicado a mi hermana
ResponderEliminarLo siento en el alma Ana.
EliminarNadie mejor que tú sabe que todas esas palabras han salido del corazón.